Propuesta de futuro: Un Valle de silencio

2018-12-18


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La gran propuesta que la comunidad quiere hacer, es la de ofrecer, por extraño que parezca a la sociedad del entorno y a la visitante, una alternativa al turismo masivo que irrumpe y destruye más que edifica y cultiva.

Fiel a su propia trayectoria, la comunidad quiere compartir los bienes que disfruta, sin reservárselos para si de una forma egoísta, por mucho que eso suponga renunciar en una parte a ese mismo bien que oferta.

Nos referimos en este caso, al bien del SILENCIO. Ese silencio que cura y cicatriza las heridas del alma, que lleva a valorar de modo diferente las cosas por las que uno se afana, y que con su presencia llena el espíritu de paz y de sosiego. El silencio es quizá la única riqueza que la comunidad del Desierto ha poseído sin reparo y ha cultivado siempre con ganas y con esmero.

El silencio ha sido siempre el valor más tradicional de esta soledad, algo que entra por los ojos como el propio paisaje y llega hasta lo más hondo del alma, y basta acudir aquí con ganas de su disfrute para encontrarlo a mano por más que ya ese silencio de hoy no tenga la densidad del de ayer, porque llegan hasta él muchas veces, los ecos bien que lejanos, del ruido de nuestra sociedad. Un ruido que de tal manera se ha adueñado de nosotros, que ya no se sabe vivir sin él, pero que quizá por eso mismo nunca nos ha sido más necesaria una cura terapéutica de silencio.

De ahí que nosotros, herederos de esa riqueza impalpable, y como hombres también curtidos en ese valor del silencio y sabedores de su fuerza cicatrizante y reparadora, queremos ofrecérselo a tanta gente como anda necesitada de él aún sin saberlo. Queremos crear un valle de silencio para que la gente venga sin prisa a disfrutar de él, a contemplar sencillamente la naturaleza, a saborear su belleza, lo mismo que va a buscar la playa o se empapa de visitar monumentos en un turismo cultural.
Pero nuestra propuesta no es sólo un oferta, es también una solicitud, un reclamo que pide ayuda para que todo el que se acerque hasta aquí, se proponga colaborar en hacer de ese silencio una realidad palpable.

A respetar el silencio, como un bien precioso a compartir que sólo en definitiva entre todos podemos conservar. Creando así un espacio reservado, santificado con la unción del silencio, para que pueda venir a encontrarlo toda persona que lo necesite. Un balneario de silencio, tan necesario para reparar el espíritu como puedan serlo las de aguas termales para sosegar los quebrantos del organismo.

Se trata como es fácil suponer de un proyecto de altos vuelos. Pero ahí está como orientación de futuro para las próximas generaciones y salvaguarda del pasado recibido con gratitud.


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